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El autismo: entender la mente y componer las piezas


Francesca Happé 1997


Traducción: Cristina Fanlo


Texto original: Autism: understanding the mind, fitting together the pieces



La explicación que la teoría de la mente da al autismo sugiere que los niños y adultos con autismo tienen dificultades para entender los pensamientos y sentimientos de los demás. Esta explicación ha resultado útil para hacer predicciones específicas sobre capacidades intactas y capacidades afectadas. Por ejemplo, no todos los aspectos de la socialización necesitan de la capacidad para pensar sobre pensamientos. En efecto, investigaciones recientes han mostrado que, en las personas con autismo, no todos los aspectos de la socialización se encuentran alterados parece más correcto pensar en el autismo no como una alteración de la sociabilidad, sino como una alteración de la habilidad social. Por tanto, la idea de que las personas con autismo tiene ceguera mental ha sido útil, tanto desde un punto de vista teórico como práctico. Sin embargo, la teoría de la mente no puede explicarlo todo sobre el autismo. Quedan en especial dos preguntas: ¿Cómo es posible que algunas personas con autismo superen los tests sobre teoría de la mente? ¿Cómo podemos explicar los déficits (y las habilidades) no sociales que muestran muchas personas con autismo? En este artículo, hablaré sobre estas cuestiones y propondré que la idea de que las personas con autismo tienen una coherencia central débil puede proporcionar algunas posibles respuestas.


Tabla de contenido


  1. La explicación de la Teoría de la mente sobre el autismo

  2. Cortes finos a lo largo de una costura escondida

  3. Limitaciones de la teoría de la mente

  4. Caracteristicas que no estan en la triada

  5. La minoria con talento

  6. La teoria de la coherencia central

  7. Evidencia empirica: las capacidades

  8. Evidencia empirica: los deficits

  9. La anormalidad de la excelencia

  10. Coherencia central y capacidad de mentalizar

  11. Coherencia central y funcion ejecutiva

  12. Expectativas futuras

  13. Bibliografía


1- La explicación de la Teoría de la mente sobre el autismo


Actualmente, el autismo se define a nivel del comportamiento, en base a alteraciones en la socialización, la comunicación y la imaginación, que implican que el juego creativo es sustituido por intereses repetitivos estereotipados (DSM-III-R, APA 1987). Las teorías psicológicas del autismo tratan de explicar este conjunto de síntomas concurrentes en base a determinadas características cognitivas subyacentes, que a su vez son el resultado de las múltiples causas biológicas implicadas en el trastorno (Gillberg & Coleman, 1992). Al pensar sobre lo que es diferente en la mente de la persona con autismo, tratamos de establecer enlaces causales entre los síntomas conductuales del autismo y los orígenes biológicos que se le suponen (Schopler & Mesibov).


Una explicación del autismo que en la actualidad es influyente fue la que empezó a mediados de la década de los ochenta, a partir de estudios realizados sobre el desarrollo de la comprensión social en los niños pequeños. Baron-Cohen, Leslie y Frith (1985) establecieron la hipótesis de que las personas con autismo no tienen una teoría de la mente, término un poco confuso utilizado por Premack (Premack & Woodruff, 1978) para expresar la capacidad de atribuir estados mentales independientes a uno mismo y a los demás con el fin de predecir y explicar los comportamientos. Esta hipótesis estaba parcialmente basada en el análisis de Leslie de las habilidades cognitivas subyacentes en los niños normales de 2 años para comprender el juego de ficción (Leslie, 1987, 1988) junto con la observación de que los niños con autismo muestran alteraciones en la imaginación (Wulff, 1985). Esto condujo a la hipótesis de que el autismo podría constituir una alteración específica del mecanismo cognitivo necesario para representarse estados mentales, o mentalizar. Leslie ha sugerido que este mecanismo puede ser innato y específico (el módulo de la teoría de la mente, ToMM o theory of mind module), lo que haría posible el que esta función estuviera dañada en una persona con una inteligencia normal en otros aspectos.


El primer test de esta teoría consistía en reconocer la creencia falsa de un personaje en la prueba de Sally y Ana (una variante de la tarea Maxi de Wimmer & Perner, 1983). En este test, el niño ve a Sally (una muñeca) que esconde una canica en su cesta y se va; a continuación Ana cambia la canica a su propia cesta. Al niño se le hacen preguntas de control de la memoria y la pregunta clave del test, que es ¿Dónde buscará Sally la canica? Baron-Cohen, Leslie y Frith encontraron que el 80% de su muestra de niños con autismo contestaron incorrectamente que Sally miraría en la caja, donde está realmente la canica. Por el contrario, la mayor parte de los niños normales de 4 años, así como el 86% de un grupo de niños con síndrome de Down, contestaron correctamente que Sally miraría en la cesta, creyendo de modo equivocado que la canica estaría allí. Se consideró que este descubrimiento era la evidencia de un déficit específico del autismo, el pensar sobre pensamientos, esto es mentalizar.


2- Cortes finos a lo largo de una costura escondida

La idea de que la gente con autismo tiene dificultades para comprender los pensamientos y sentimientos de los demás ha sido útil en muchos sentidos para el estudio del autismo. La ceguera mental parece explicar bien la tríada de alteraciones sociales, de comunicación y de imaginación que muestran las personas con autismo de cualquier edad (Wing & Gould, 1978). No solamente ilumina esta tríada, sino que hace también cortes finos dentro de la tríada de alteraciones autistas. El comportamiento social y comunicativo no consiste en una sola pieza, cuando se considera desde el nivel cognitivo. Parte de este comportamiento, pero no todo, requiere de la capacidad de mentalizar (esto es, de representar estados mentales). Así por ejemplo, la aproximación social no necesita construirse sobre la comprensión de los pensamientos de los demás en este sentido, Hermelin y O’Connor (1970) demostraron, para sorpresa inicial de mucha gente, que los niños autistas prefieren estar con otras personas, igual que los niños no autistas de la misma edad mental. Sin embargo, el compartir la atención con alguien más necesita la capacidad de mentalizar y este comportamiento no se da en el desarrollo de los niños con autismo, incluso en los de mayor nivel de funcionamiento, tal y como informan de un modo consistente los padres (Newson, Dawson & Everard, 1984).


La explicación del autismo a partir del déficit mentalista ha permitido una aproximación sistemática al comportamiento social y comunicativo, alterado o no, de las personas con autismo. La hipótesis de que las personas con autismo carecen de capacidad mentalista nos permite realizar finos cortes en el suave espectro de los comportamientos. Esta hipótesis ha incitado un montón enorme de investigaciones, tanto a favor como en contra de la teoría (revisado por Happé, 1994d; Baron-Cohen, Tager-Fluscher & Cohen, 1993; Happé, 1994a).


3- Limitaciones de la teoría de la mente


La explicación mentalista nos ha ayudado a comprender la naturaleza de las alteraciones autistas en el juego, la interacción social y la comunicación verbal y no verbal pero el autismo es más que la tríada clásica de alteraciones.


4-Caracteristicas que no estan en la triada

Las impresiones clínicas, originadas por Kanner (1943) y Asperger (1944; traducidas en Frith, 1991) y que han resistido la prueba del tiempo incluyen las siguientes:


Repertorio restringido de intereses (necesario para el diagnóstico en DSM-II-R, APA, 1987)

Deseo obsesivo de invarianza (una de las dos características cardinales para Kanner y Eisenberg, 1956)

Islotes de capacidad (criterio esencial en Kanner, 1943)

Capacidades de idiot savant (impresionantes en 1 de cada 10 niños autistas, Rimland & Hill, 1984

Extraordinaria memoria de repetición

Preocupación por partes de los objetos (característica diagnóstica en el DSM-IV, a punto de salir

Todos estos aspectos del autismo que caen fuera de la tríada están descritos de manera muy vívida en la mayoría de los informes de padres sobre el desarrollo de sus hijos autistas (Park, 1987; Hart, 1989; McDonnell, 1993). Ninguno de estos aspectos puede explicarse por una falta de mentalismo.


Por supuesto que las características que son llamativas desde un punto de vista clínico no tienen por qué ser características específicas del trastorno. Sin embargo, también existe un cuerpo sustancial de trabajo experimental (gran parte de él anterior a la teoría del mentalismo) que demuestra anormalidades no sociales que son específicas del autismo. Hermelin y O’Connor fueron los primeros en presentar lo que era, de hecho, un método diferente de cortes finos (resumido en su monografía de 1970), que consistía en la comparación de grupos de niños autistas y niños no autistas con otra minusvalía mental, de la misma edad mental. La Tabla 1 resume algunos de sus resultados más relevantes.


Tabla 1: Descubrimientos experimentales no explicados por la ceguera mental



5- La minoria con talento


La teoría del déficit mentalista del autismo no puede, por lo tanto, explicar todas las características del mismo. Tampoco puede ofrecer una explicación para todas las personas con autismo. Incluso en el primer test de la hipótesis (Baron-Cohen y otros, 1985), alrededor del 20% del grupo autista superó la tarea de Sally y Ann. La mayor parte de estos niños que tuvieron éxito también superaron otro test de mentalización el ordenar historias ilustradas relacionadas con estados mentales (Baron-Cohen, Leslie & Frith, 1986) —lo que sugiere la existencia de una cierta habilidad subyacente real para mentalizar. Baron-Cohen (1989a) resolvió esta discordancia aparente de la teoría mostrando que estos niños con talento no superaban una tarea de la teoría de la mente más difícil (de segundo orden) que les exigiera entender lo que Mary piensa que John piensa. Sin embargo, los resultados de otros estudios sobre personas con autismo de alto funcionamiento (Bowler, 1992; Ozonoff, Rogers & Pennington, 1991) han mostrado que algunos de ellos pueden superar las tareas de teoría de la mente de un modo continuado y que aplican estas habilidades en otras áreas (Happé, 1993), mostrando asimismo señales de un comportamiento social perspicaz en la vida cotidiana (Frith, Happé & Siddons, 1994). Una posible explicación de por qué persiste el autismo en estas personas con talento es el postular la existencia de un trastorno cognitivo adicional y permanente. ¿Cuál podría ser este trastorno?


Se puede considerar que el reciente interés en los déficits de la función ejecutiva en autismo (Hughes & Russell, 1993; Ozonoff, Pennington & Rogers, 1991) emerge de algunas de las limitaciones de la teoría de la mente que hemos comentado anteriormente. Ozonoff, Pennington & Rogers (1991) hallaron que, aunque no todas las personas con autismo y/o Síndrome de Asperger mostraban un déficit en la teoría de la mente, ninguno de ellos conseguía superar la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST) ni la tarea de la Torre de Hanoi (dos pruebas estándar para medir las funciones ejecutivas de cambio de estrategias de clasificación, inhibición y planificación). En base a este descubrimiento, los autores sugieren que los trastornos de la función ejecutiva constituyen un factor causal primario en el autismo. Sin embargo, el carácter específico de esta teoría (y su fuerza consiguiente) para ofrecer una explicación causal tiene que ser todavía confirmada mediante una comparación sistemática con otros grupos no autistas que muestren trastornos en las funciones ejecutivas (Bishop, 1993). Aunque un trastorno adicional de las funciones ejecutivas pueda explicar algunas características (quizás no específicas) del autismo (por ejemplo, estereotipias, incapacidad de planificar, impulsividad), no está claro que pueda explicar los déficits y habilidades específicos resumidos en la Tabla 1.


6-La teoria de la coherencia central

Motivada por la firme creencia de que tanto las capacidades como las deficiencias del autismo emergen de una única causa en el nivel cognitivo, Frith (1989) propuso que el autismo se caracteriza por un desequilibrio específico en la integración de información a distintos niveles. Una característica del procesamiento normal de la información parece ser la tendencia a conectar la información diversa para construir un significado de más alto nivel dentro del contexto, la "coherencia central", en palabras de Frith. Por ejemplo, lo esencial de una historia se recuerda fácilmente, mientras que lo superficial se pierde rápidamente y es un esfuerzo inútil retenerlo. Bartlett (1932), al resumir sus famosas series de experimentos para recordar imágenes e historias, concluía: …una persona generalmente no retiene una situación con todo detalle… En todos los ejemplos normales, posee una fuerte tendencia a quedarse sencillamente con una impresión general del conjunto; y en base a esto, construye el detalle más probable (p. 206). Otro ejemplo de coherencia central es la facilidad con la que reconocemos el sentido adecuado con el contexto de muchas de las palabras ambiguas que usamos en el habla cotidiana (revelar-rebelar; uso-huso; hay-ay; vaca-baca). Se puede observar también una tendencia similar para procesar la información en un determinado contexto para darle un sentido global con material no verbal por ejemplo, nuestra tendencia diaria para no tomar en cuenta los detalles de una pieza de un rompecabezas y basarnos en la posición que esperamos ocupe dentro del conjunto del cuadro. Es probable que esta preferencia para manejarse con niveles de significado más elevados pueda también ser característica de personas con retraso mental (no autistas), que parecen ser sensibles a las ventajas que tiene el recordar material organizado frente al no organizado (por ej. Hermelin & O’Connor, 1967).


Frith sugirió que esta característica universal del procesamiento humano de la información estaba alterada en el autismo, y que una falta de coherencia central podría explicar de manera muy sucinta las capacidades y los déficits que aparecen en la Tabla 1. En base a esta teoría, Frith predijo que las personas con autismo serían relativamente buenas en aquellas tareas en las que se primaba la atención en la información local (procesamiento relativamente fragmentario), pero que lo harían mal en tareas que requiriesen el reconocimiento del sentido global. Un ejemplo interesante es el procesamiento de caras